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domingo, 3 de junio de 2012

La Historia de Dracula

Muchos cuando escuchan el nombre ''dracula'', se les viene a la mente a un ser despreciable sanguinario, a un longevo conde que cada noche salia a beber su dosis de hemoglobina para seguir ''viviendo'' por los siglos de los siglos. 
El verdadero dracula apenas seria conocido en apartados lugares de Rumanía. Comparado, el auténtico  dracula sería mucho más aterrador que el de ficción y, la presencia de un crucifijo frente al rey de Valaquia, resultaría inútil para salvar a alguna de sus numerosas victimas.
El autentico dracula era un noble rumano oriundo de Valaquia, llamado Vlad IV; que, pasaría a ser apodado por sus súbditos como Vlad ''el empalador''. 
Vlad se sentó en el trono a los 18. Aprendió el horrible castigo de empalamiento de los otomanos. Después de 4 años, volvió a Valaquia, donde, en su insaciable necesidad de matar y hacer sufrir, se enemistaba constantemente con los que lo rodeaban en afán de incrementar el numero de sus futuras victimas. Vlad disfrutaba de matar de miles de maneras, sobretodo a través del empalamiento (técnica de ejecución que concistia en atravesar una estaca a la victima). Pero su gran imaginación y sus instintos sádicos por matar no descansaban; así un día hirvió a un gitano acusado de ladrón, y obligo a su familia a que se lo comiesen después.              
 En Schylta ordenó matar a 25.000, y en una ciudad cercana, el día de San Bartolomé de 1460, empaló a 30.000. A una concubina que le comunicó su embarazo, ordenó que le abrieran el vientre a ver si era verdad.
Fue el rey Matias de Hungría quien puso fin a ese estado de cosas, apreso a Vlad docena de años para ver si calmaba su deseo de matar. 
En su prisión, Vlad no demostró arrepentimiento alguno, por lo contrario, sobornaba a los guardianes para que lo proveyeran de ratones y otros animales con los que se distraía empalandolos. 
Salió en libertad en 1474, y, al parecer, con ganas de pelear, se metió en una nueva guerra con los turcos,  en la cual murió, en una cruenta batalla, a los 45 años de edad. Los otomanos lo decapitaron y enviaron su cabeza, previamente conservada e introducida en miel, al sultán de Constantinopla.


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